¿DE QUÉ UNIDAD NACIONAL HABLAN?

12 de octubre de 2020. Ese día publicamos en esta Plataforma un artículo sobre “la unidad nacional saharaui”. A la vista de los comentarios surgidos en el post anterior -en el que sacamos a la luz un documento que demuestra la negativa del Frente Polisario ante el ofrecimiento de España de celebrar un referéndum-, ahora rescatamos esa publicación de octubre pasado con objeto de poner sobre el tapete más respuestas a la pregunta de qué es el “pueblo saharaui” y cuál es el origen del Frente Polisario.

De nuevo hay que profundizar en la Historia y, apoyados en documentos oficiales y en archivos de la época, aterrizamos ideas que ponen, otra vez, en entredicho el argumentario de la “causa saharaui”. Muchas personas han sufrido ya y son demasiadas las que continúan sufriendo por un ideario basado en la falsedad y el engaño de unos jóvenes ambiciosos que se convirtieron en avariciosos, egoístas y mentirosos compulsivos, al amparo de un manto que ya no se sostiene. La dictadura llega a su fin y la población de los campamentos, si reacciona, puede alcanzar la ansiada libertad, primero individual y después, la colectiva. Quitarse la venda de los ojos es ahora una urgencia y una necesidad. ¿De qué “unidad nacional” hablan

UNIDAD NACIONAL POR IMPOSICIÓN
Hoy el Frente Polisario, su estructura y lo que queda de su movimiento «solidario» celebran el 45º aniversario de la “Unidad Nacional”, en el momento de su historia más caótico, cuando su deslegitimación como representante único del pueblo saharaui se ha puesto abiertamente en cuestión y los escándalos por las denuncias sobre violaciones de Derechos Humanos en los campamentos de Tinduf (Argelia) y la demostrada corrupción en su cúpula mantienen entre las cuerdas a unos dirigentes eternizados en el poder. ¿Hablamos de “unidad nacional” o de imposición dictatorial?

Alien Habib Kentawi, ex delegado del Frente Polisario en Suecia y actual “Embajador para África”, escribe hoy un artículo en el que aborda -quizá a modo de recordatorio para algunos- el discurso oficialista del Frente Polisario en su estatuto fundacional y el tema más espinoso, la eliminación de las tribus. Habla de las sociedades beduinas de 1975 y afirma que “una vez superada la fase de atomización y la adquisición de la conciencia de que la unión incrementa la fuerza de una manera exponencial, se dejó atrás el estado de “alasabía” (lealtad extrema a la propia tribu y rechazo del otro) y la dispersión crónica se transforma en cohesión, dando comienzo al avance imparable hacia estructuras superiores de organización y la gestación de estados”.

Se aprovecha Kentawi del desconocimiento generalizado sobre la importancia del origen tribal en los pueblos del Gran Desierto del Sahara, al tiempo que pretende modelar la Historia dejando a un lado, como siempre, hechos que nunca han querido sacar a la luz. ¿Cómo puede escribir que “los almorávides en el desierto del Sahara Occidental y Mauritania, entre los siglos XI y XII concluyeron que unidos serán invencibles” y que “crearon el imperio que se extendía de Mali a la Península Ibérica”? ¿Sahara Occidental en el siglo XI? ¡Por favor, Sr. Kentawi, sea al menos serio!

Después de cuatro años y cuatro meses intentando entender la procedencia de esas “tradiciones y culturas” que permiten el secuestro de mujeres en los campamentos, en este colectivo hemos logrado llegar a conocer en profundidad la raíz del problema y, sobre todo, las razones por las que la solución al conflicto político del Sahara Occidental se aleja cada vez más. Por eso, como punto de partida para entender las barrabasadas que está escribiendo el señor Kentawi, hay que situarse en el Sahara Español mucho antes de 1975. Porque es un territorio en litigio desde que, en 1956, la pérdida del protectorado marroquí llevó al Gobierno español a mirar a su colonia sahariana, que declaró provincia en 1958 mediante decreto, ratificado dos años más tarde.

Partimos de la base de que absolutamente todo en esta causa está levantado desde el propio engaño, sustentado sobre el adoctrinamiento y con una manipulación que oculta hechos por el simple hecho de que, dejando a un lado intereses geoestratégicos de unos y otros, en un hipotético referéndum de autodeterminación, los propios líderes del Frente Polisario no podrían votar. Y eso, no se debe saber.

Nadie pone en duda que España no lo hizo bien. Pero desde el inicio. Porque hay que tener en cuenta que el modelo colonial español era de carácter militar, hecho que implicó un distanciamiento con la población nativa y un discurso paternalista en su administración en el Sahara. Se obvió que se trataba de sociedades de composición tribal, conformadas por tribus de carácter nómada, pastoril, trashumantes, que se expresan en un dialecto local variado (hassania) y regidas por conceptos de la Charía Islámica, siempre basadas en la asabiya (lazos de sangre) como identidad y pertenencia, por lo que -hasta el día de hoy- se conocen e identifican entre sí por el linaje, no por la pertenencia territorial.

Para cada individuo lo más importante son sus raíces tribales y el sentimiento de pertenencia a grupos que en sí mismos e individualmente configuran los rasgos y las características distintivas de cada uno de ellos, con culturas diferenciadas, que coexisten en una vasta extensión que comprende territorios de Mauritania, Sahara Occidental, Marruecos, Argelia y Mali.

A los beduinos no se les conoce el apego por la tierra, pero sí por el espacio como medio para subsistir con pastos para sus animales, pues según las directrices del Corán, el agua y las hierbas no pueden ser propiedad de nadie, excepto las trabajadas por las personas. Por lo tanto, no se constituían como pueblo propiamente dicho, sino que eran tribus fraccionadas de nómadas arabo-bereberes, que se trasladan de un sitio a otro, sin un gobierno que las englobase, que se vieron duramente afectadas por el trazado arbitrario de las fronteras coloniales, que dividieron a las tribus del Gran Desierto del Sahara entre varios países pintados en líneas rectas, sin dimensionar la importancia del conocimiento y el entendimiento esas culturas y modos de vida de las tribus.

Ahí la primera gran mentira. La unidad nacional… Verán ustedes. El Frente Polisario se creó oficialmente el 20 de mayo de 1973, si bien su Congreso Fundacional tuvo lugar en El Zouerat (Mauritania) el 28 de abril de 1973. Se retrasó el anuncio de su creación por razones de estrategia y preparación de la primera acción armada contra intereses españoles a efectos mediáticos (ataque al destacamento español que vigilaba el pozo Janquet Quesat, al norte de Echdeira el 20 de mayo de 1973).

El Polisario era un movimiento armado, formado por personas de diferentes países, procedencias y niveles, unidos sólo por lazos tribales, pero no jurídicos. Fue el resultado de la unión de cuatro tendencias nacionalistas de distintas procedencias: El primero, de Tan Tan (Marruecos); el segundo de El Aaiún y Smara (del entonces Sahara Español); el tercero de El Zouerat (Mauritania) y el cuarto, de Tinduf (Argelia), por lo que no tardan mucho en surgir conflictos internos en su seno, principalmente por contradicciones de índole ideológica y de sus respectivas pretensiones, tanto políticas como de representación.

Los principios fundacionales del Frente Polisario exigían la retirada total de las Fuerzas Armadas españolas, la vuelta de “los refugiados” (¿en 1973?), el cambio de la administración del “país” con la incorporación de saharauis y la organización de un referéndum bajo el auspicio de Naciones Unidas. Surgió así la repentina aparición del concepto “pueblo saharaui” sobre la base del proyecto revolucionario promovido por El Uali Mustafa El Sayed, que pretendía construir una nueva sociedad en la que las lealtades tribales fueran reemplazadas por la confraternización y la unidad nacional, por lo que eliminó el carácter tribal, si bien mantuvo la tradición a nivel institucional y social.

Pero lo más importante es que este grupo de mandatarios -que conforman hasta hoy la cúpula del Frente Polisario- discriminó a 30.000 saharauis originarios del territorio y, sin diferenciarlos de los demás españoles, fueron considerados “enemigos del proceso” y, por tanto, objeto de persecución política. Segunda mentira… Nadie le otorgó al Frente Polisario legitimidad alguna para representar a un pueblo que no existía como tal, más aún, que excluía a personas del mismo origen tribal, sólo por el hecho de portar DNI español.

Toda esa ideología política del Frente Polisario se apoya en claves de pensamiento que se inculcan a la población y son de obligada memorización. Una filosofía creada para anclar la organización armada y convertirla en autoridad político-militar, dirigida por un comité ejecutivo de corte comunista e integrista, que mantiene desde el primer día a los mismos dirigentes y que se otorga la potestad de la representatividad absoluta y «legítima» del pueblo saharaui, cuya pertenencia a la organización es obligada, y también se atribuye la facultad de borrar de sus filas a todo aquel que sea disidente con sus políticas. ¿De qué “unidad nacional” hablamos si es impuesta?

Nos llamó la atención que el acta fundacional del Frente Polisario, en 1973 hablara de “refugiados en Tinfuf”, cuando aún faltaban más de dos años para el inicio de la guerra. No hay más que tirar de hemeroteca y los documentos oficiales esclarecen las dudas y exponen la realidad. Y resulta que, cuando España cumplió con su trámite ante Naciones Unidas y entregó el territorio en febrero de 1976, el Frente Polisario autoproclamó la RASD y ya contaba con un conglomerado paralelo, creado, articulado y dirigido por Argelia en los campamentos de Tinduf, con una población de 42.000 personas, de las cuales sólo 18.000 provenían del Sahara Español y el resto eran argelinos y mauritanos, principalmente.

Esto se produce por maniobra estratégica argelina de concentración de las dos grandes confederaciones de la tribu Rguibat (Sahel y Charg-Tinduf y alrededores), con la intención de la creación del Gran estado Rguibat, en contraposición a las aspiraciones marroquíes y su Gran Marruecos.

De hecho, siete años antes de la creación del Frente Polisario, el Embajador de España en Argel, el 17 de mayo de 1967, en una carta dirigida al Ministerio de Asuntos Exteriores español, alertaba sobre esa acción que llevaba a cabo Argelia, “para atraer a las dos grandes confederaciones de la tribu mayoritaria Rguibat hacia la región de Tinduf, al sur del territorio argelino, olvidando que el territorio Rio de Oro y Sakia El Hamra es el corazón de la gran familia Rguibat”. El Embajador avisaba de que “en el Sahara Español se concentran cerca de 35.000 habitantes nómadas Rguibats, mientras que los afincados sedentarios en Tinduf quedaron relegados, siendo más bien elementos marginales y degenerados” y, en este sentido, aconsejaba a España la realización de “un estudio a fondo sobre esta cuestión y todas sus implicaciones, pues en la carrera iniciada por marroquíes Rguibat (apuntando a la iniciativa que se encaminaba a la creación del Frente Polisario) los argelinos no se quedarán atrás” y avisa sobre el riesgo de la “argelinización de los nómadas”.

El Frente Polisario nació como “movimiento de liberación” liderado por marroquíes y argelinos, y, meses después, se autoproclamó Estado, generando una dicotomía entre RASD y “campamentos de refugiados” que ha sido la base sobre la que se ha sustentado el negocio de todo un conflicto político que se apoya en una mera farsa, auspiciada, financiada y sostenida por Argelia, Libia y Sudáfrica, principalmente, si bien el papel de España en el mantenimiento de la estructura y del doble discurso ha sido fundamental, otorgando indistintamente ayuda humanitaria para “refugiados” no adscritos al Estatuto del Refugiado y fondos de cooperación al desarrollo y consolidación de un Estado inexistente que ni siquiera reconoce.

En definitiva, se trata de una compleja situación donde se maneja una población originaria de cuatro países, al menos, aunque con una raíz tribal común, que no concuerda con el espacio geográfico en disputa. ¿De qué “unidad nacional” hablan?

Fuente: La Libertad es su Derecho

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