POR SALEK MOHAMED
Decidimos dejar pasar algunos días antes de escribir esta reflexión, para tener tiempo de ver la reacción en los campamentos y la diáspora respecto al informe del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, sobre la situación del Sahara Occidental, presentado este mes ante el Consejo de Seguridad. Los medios saharauis lo califican como “el peor informe de la Historia para el pueblo saharaui” y lo es en lo que respecta a la solución política que se plantea, que no contempla el ansiado referéndum de autodeterminación que reclamamos hace 43 años. Pero no lo es en cuanto a que revela una serie de acontecimientos muy transcendentales para la causa saharaui, que demuestran las mentiras y engaños de la cúpula del Frente Polisario y más concretamente, las del Secretario General Brahim Ghali.
Guterres informa sobre la imposición al Frente Polisario de una serie de límites que no se pueden traspasar, que Ghali ha aceptado sin consultary sin informar de ello al pueblo. El territorio que todos hemos considerado liberado, es decir, con soberanía saharaui, no lo es. La ONU decidió en abril acatar la postura del Gobierno marroquí de que se trata de una “zona de amortiguación”, en la que el Polisario tiene prohibido desarrollar cualquier tipo de infraestructura civil o militar, así como transferir, como pensábamos que se estaba haciendo, las dependencias administrativas y gubernamentales saharauis a BirLehlu y a Tifariti. El SG de la ONU comunica que, desde el 22 de abril de 2018, la retirada de los efectivos del Frente Polisario de la zona de El Guerguerat es un hecho y que las tropas del ejército saharaui han estado ausentes de la zona desde entonces. También confirma que Ghali, de manera oral le aseguró a su Enviado Especial para el Sahara Occidental, Horst Koëhler, durante su visita el 26 de junio a los campamentos, que dicha retirada tenía carácter permanente.
RETIRADA. Esa palabra ha levantado una gran polémica en las redes sociales, porque el Secretario General de la ONU ha revelado que el discurso de los líderes del Polisario (que a nosotros ya hemos dicho que no nos representan) contradice los lemas comercializados en la política interna que nos hacen llegar al pueblo, como son el traspaso de la Presidencia, el ministerio de Defensa y de la administración a BirLehlu, la creación incluso de una Embajada de Cuba en Tifariti y el desarrollo de las áreas liberadas para acondicionarlas para la implantación de la población refugiada, movilizando a la población a distintas zonas para consolidar un Estado libre, independiente, democrático e igualitario. Todo mentira. Ghali se ha plegado a las exigencias marroquíes y ordenó la retirada del ejército.
Como éstas, hay más mentiras sobre la mesa, que ahora somos capaces de identificar con más criterio crítico. El Frente Polisario ya no habla de referéndum de autodeterminación, sino de “consolidación del Estado”, de “expolio de recursos naturales”, con una sentencia europea que manipula a conveniencia, y de “solución política”, que ahora irán a “negociar” en Ginebra bajo el auspicio de Koëhler, junto con Marruecos y Argelia. ¿Qué van a “negociar” si las decisiones les vienen impuestas de la ONU y no hay ninguna oposición política por parte del Frente Polisario?
Tanto es así que el Secretario General de la ONU ha solicitado al Consejo de Seguridad que se amplíe el Mandato de la MINURSO por otros 6 meses (Francia pide que sea un año) y que se limiten sus competencias al monitoreo del Alto el Fuego, pero retirándole todos los roles relacionados con el proceso político.
Con toda esa mezcla de falacias, los dirigentes armaron hace mucho tiempo una trampa para mantenernos esperanzados e ilusionados pensando que por fin se daban pasos dirigidos a que los saharauis pudiéramos consolidar nuestro Estado, con planes y estrategias para recuperar el resto del territorio desde la fuerza de la unión del pueblo y no de las armas. Y caímos en ella. En las redes pueden leerse comentarios muy duros hacia el Secretariado Nacional, que califican ese conjunto de falsedades como “la droga utilizada por los gobernantes para silenciar las voces opositoras y para ocultar la falta de libertades y la corrupción de la élite dirigente, con el único fin de mantener sus cargos, sus privilegios y su influencia a nuestra costa”.
Sólo el hermano de El Luali, fundador del Frente Polisario, y actual ministro de Territorios Ocupados y Diáspora, Bachir MustaphaSayed, desde España donde está desarrollando acciones políticas internas, ha sido capaz de levantar la voz en contra, en un mensaje de whatsapp que se filtró en el que asegura que “el informe de Guterres es comprensible e interesante para dar respuesta a docenas de interrogantes, especialmente en relación al compromiso adquirido por Ghali en forma oral a Koëhler sobre esta retirada incorrecta, inaceptable, que es un abandono de la soberanía”, de la que exige explicaciones al Secretariado Nacional, que aún no ha hecho valoraciones del informe reales y convincentes.
En definitiva, nos damos cuenta de que para ser crítico sin poner la integridad y la vida en riesgo hay que estar fuera de los campamentos, como recientemente ha denunciado el líder del movimiento KhatAchahid (“La línea del mártir”), MahayubSalek, en una entrevista al diario El Correo. Luchador por la democracia y la justicia en los campamentos de Tinduf, exige que se celebren elecciones libres y se investigue el paradero de los desaparecidos bajo el mando del Frente Polisario. “Hay que presionar -dice- para impedir que los dirigentes sigan viviendo de maravilla a costa del sufrimiento de la gente. No quieren convocar elecciones libres porque las perderían”. Defiende que “no hay libertad de palabra, no hay manera de criticar, allí o “estás con nosotros o no estás”, eres marroquí y, en el mejor de los casos, te obligan a irte. Ya basta de ladrones y de jugar con nuestro destino, la élite del Frente Polisario es muy corruptay los que trabajan con ellos lo saben”.
Hay que ir abriendo ya los ojos, que los dirigentes del Frente Polisario no están luchando ni defendiendo los intereses del pueblo saharaui, sino los suyos personales y los de sus familias.