ALZAR EL VUELO

inigndos

POR LAHBIB IBRAHIM ElKHALIL

El tiempo pasa y nosotros seguimos igual. 41 años ya. Creemos estar sostenidos por el respaldo incondicional de más de 80 países y por un movimiento solidario -que se atribuye la representación del pueblo español y apenas alcanza un mínimo tanto por ciento del mismo- que aplaude los pequeños «logros» que alcanzamos, que no son más que dosis de estimulación del ánimo que nos administran para controlar rebeliones que no convienen. Cada vez son más los países que, tras haber reconocido en algún momento a la RASD, van retirando ese reconocimiento, al ver que no repercute en ningún tipo de beneficio ni político ni diplomático. El último ha sido Jamaica, hace unos días, y con él son ya 37 los países que han retirado el reconocimiento, que era la evidencia de su manifiesto posicionamiento en el conflicto, apoyando al Frente Polisario. Así, de los 80 Estados que nuestros dirigentes insisten en que nos respaldan, ya nos queda sólo la mitad -en su mayoría, son países irrelevantes en el panorama internacional-, tras habernos abandonado hasta el primero de los que nos reconoció, Madagascar, junto con los «pesos pesados» que una vez tuvimos a nuestro lado, como Paraguay, Panamá, Costa Rica, Colombia, Benin, Burkina Fasso, Guinea Bissau, India, Afganistán, Albania, Burundi, Ruanda o Zambia, entre otros muchos. Nunca logramos el respaldo de alguno de los 25 países de la Unión Europea.

Lo cierto es que uno de los factores que más ha incidido en que muchos de esos 80 países se hayan replanteado el reconocimiento ha sido la falta de propuestas de solución por parte del Frente Polisario y su inacción política y diplomática. Una retirada de apoyo que pone de manifiesto la escasa representatividad del Frente Polisario y de la RASD, que se destapa como un estado fantasma títere de Argelia gobernado por una cúpula corrupta que sólo vela por ellos mismos y no por el bienestar de su pueblo, a quienes maneja a golpe de restricciones y dogmatismo. Pero nada, ni por esas reaccionamos. Quizá si nos detenemos a analizar que todos estos países nos han abandonado principalmente a partir de 2007,normalmente después de una reunión con el rey Mohamed VI, lleguemos a la conclusión de que todos ellos han contemplado la «Iniciativa marroquí para la negociación de un estatuto de autonomía de la Región del Sahara» como una propuesta creíble que aporta un camino realista de solución ante la inacción del Frente Polisario y las evidencias de corrupción de sus dirigentes.

Marruecos, que presentó esta propuesta el 1 de abril de 2007 ante las Naciones Unidas, defiende que esta iniciativa de autonomía avanzada permite el pleno ejercicio del Derecho de Libre Autodeterminación de las poblaciones concernidas y que, con su aplicación y desarrollo, pretende romper completamente con el pasado, tanto en su concepción, sus fines y sus expectativas como en sus metas. Plantea crear las condiciones para abrir un mecanismo de diálogo con miras a alcanzar una solución definitiva del conflicto, basada en un nuevo modelo de desarrollo que atrae inversión nacional y extranjera, sobre la promesa de convertir el territorio en un centro de intercambio económico y cultural, con enfoque en el desarrollo humano y la promoción de la población local. Nada menos que 7.700 millones de dólares para proyectos de infraestructura, sanidad, industria, agricultura, energías renovables y pesca.

Poco a poco, en su minuciosa estrategia en la administración del Sahara, y ante la ausencia de oposición, Marruecos ha ido avanzando en el proceso de integración progresiva en el sistema internacional y regional en materia de Derechos Humanos, cambiando la percepción de muchos países que ahora valoran positivamente las mejoras y los avances que ha realizado el Gobierno marroquí. Por eso, frente a nuestros gritos de denuncia de las violaciones sistemáticas de los DD.HH. a manos de las fuerzas de seguridad marroquíes, el abuso de poder y el uso desproporcionado de la fuerza contra el pueblo saharaui, ellos desarrollan acciones concretas que convencen y evidencian la pasividad con que el Frente Polisario nos defiende. Por eso, Marruecos va ganando terreno con la ratificación de cada convenio internacional y ya van 12 desde 2007, entre ellos el de los Derechos de las Personas con Discapacidad, la Convención contra la Trata de Personas y los Protocolos Facultativos contra la Tortura y el de los Derechos del Niño, al tiempo que ha retirado las reservas presentadas para la firma de otros muchos, que están en vías de adhesión. Y, por si fuera poco, desde 2011 en que promulgó la nueva Constitución, han reforzado su interacción con los organismos de dichos tratados y han recibido a 9 titulares de mandatos de procedimientos especiales de la ONU y a numerosas organizaciones encargadas de hacer efectivos los DD.HH.

Si el movimiento se demuestra andando, nosotros ahora vamos a necesitar alas reforzadas y aprender a volar con el viento en contra, porque nuestro representante «único y legítimo», el Frente Polisario, no nos está ayudando, sólo infla las cuentas corrientes de los miembros de su cúpula, incrementa la lista de sus posesiones y multiplica las oportunidades para sus familias y personas de confianza a nuestra costa. Mientras, el pueblo saharaui sucumbe ante los ojos de aquellos países que una vez creyeron posible la independencia del Sahara y que, hoy, apuesta por esta vía de la autonomía, porque el Frente Polisario ha sido incapaz de hacer valer nuestra capacidad para sacar adelante un Estado independiente y ha fracasado estrepitosamente en la labor de hacerse respetar internacionalmente como un legítimo gobernante.

¿A quién queremos engañar si los engañados somos nosotros? El próximo día 17 de octubre se inicia en Ginebra la 118º Sesión del Comité de Derechos Humanos del Pacto Internacional por los Derechos Civiles y Políticos. Marruecos presentará su 6º Informe sobre la situación de dichos derechos en su territorio, que incluye el Sahara, porque lo administra, ante 18 miembros que evaluarán sus avances en esta materia sobre la base de que se han producido «importantes avances» debido, entre otras razones, a la nueva Constitución de 2011 y al «proyecto de regionalización avanzada». La propia ONU reconoce así que ve con buenos ojos que el Sahara Occidental sea oficialmente una región marroquí. Y nosotros, mirando cómo el Frente Polisario ejecuta órdenes de Argelia y se burla en nuestra cara de nuestra «capacidad de resistencia», manteniendo bajo control nuestras voluntades arengadas a golpe de falso patriotismo.

¿Cuándo despertaremos de este largo letargo antes de que los demás países retiren también el reconocimiento que nos dieron?